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Red Internacional

Las mujeres que dirigen sindicatos tuvieron una importante reunión con la Secretaría del Trabajo, pero no con una perspectiva independiente de exigirle al gobierno la mejora de las condiciones laborales de las mujeres, sino para colaborar con él.

Lunes 13 de marzo | 18:13

El 10 de marzo se realizó el Encuentro Nacional de Mujeres Sindicalistas, integrado por el conversatorio: “El sindicalismo con perspectiva de género” y las mesas de diálogo: “Protocolos contra la violencia laboral en los centros de trabajo” y “Las mujeres en el Nuevo Sistema de Justicia Penal”.

En el acto estuvieron presentes figuras de la 4T como Luisa María Alcalde Luján, secretaria de Trabajo y Previsión Social (STPS), Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres y Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa por el Morena. Las tres figuras de la 4T llamaron a construir una agenda feminista de transformación y cambiar los estatutos de los sindicatos para incorporar la perspectiva de género.

Claudia Morales del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (Conapred), Gloria Carrillo de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y Leslie Baeza de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) integraron el presídium.

Asistieron representantes en materia de género de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) de México, Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (Catem), de la Confederación de Trabajadores y Campesinos (CTC), la Federación Nacional de Affidamento Femenil (FNAF), el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), de la Sección XXXIII del Sindicato de Trabajadores del Seguro Social (STSS), del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (STMMSRM).

La postura de las figuras femeninas de la 4T fue una reivindicación de la reforma laboral de 2019, de la supuesta libertad y democracia sindical en relación con los contratos colectivos de trabajo. También retomaron temas como la inclusión laboral (dicen que el número de mujeres en el mercado laboral ha aumentado en un millón 200,000), la reducción de la brecha salarial (ganamos 1.3 veces menos que los hombres), la implementación de protocolos para atender la violencia, el acoso y el hostigamiento laboral y sexual -tres de cada 10 mujeres mencionan haber sufrido acoso o violencia en sus lugares de trabajo- y la cifra de cinco mil 313 mujeres que participan en las dirigencias.

La política de las autoridades laborales y de las figuras femeninas de la 4T pone el ojo en mujeres que ahora forman parte de las directivas gremiales, mismas que integran las comisiones revisoras y de negociación de los contratos colectivos de trabajo. En su discurso, ven en el sindicalismo una colaboración para que ayuden a modificar leyes inadecuadas, luchar en contra de los salarios más bajos, las jornadas de trabajo parciales y las condiciones de vida abusivas o precarizadas, pretendiendo que de esta forma, y no mediante la movilización, podremos conquistar nuestros derechos.

Ni del Estado ni del patrón

No podemos pasar de largo que este Encuentro se da en el marco de la carrera electoral del presente año y del próximo, así como de la polarización política en el país, en el que los partidos del régimen como el Morena, pero también los de la oposición de derecha como el PRI, el PAN y el PRD, intentan capitalizar, cooptar y apropiarse las demandas del movimiento de mujeres a través de diferentes figuras femeninas. Así, este Encuentro muestra la participación de mujeres que son parte de las direcciones sindicales en colaboración con la 4T.

Reivindican la reforma laboral en la supuesta búsqueda de equidad, en la que los sindicatos están obligados a establecer la paridad de género en las directivas sindicales. Tal como como en 2022 la STyPS también reunió a las directivas sindicales, tanto las charriles como las llamadas democráticas, en torno a la unidad para seguir implementando la reforma laboral. Por ello, es necesario que las trabajadoras denunciemos las verdaderas repercusiones de ésta que, por muy progresiva que se presente, no ha mejorado nuestras condiciones laborales, sino que, por ejemplo, preservó el outsourcing. En este Encuentro fue notoria la colaboración de las directivas sindicales con la posición completamente insuficiente del gobierno respecto al movimiento de mujeres. Sin embargo, estas figuras sindicales están lejos de representarnos.

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La gran mayoría de las mujeres no contamos con el derecho a la sindicalización, las trabajadoras que tienen un sindicato, se enfrentan a dirigencias charras que no defienden sus derechos laborales. Mientras, en la mayoría de los centros de trabajo, las demandas de las mujeres son invisibilizadas, como: guarderías, comedores públicos, jornadas laborales reducidas, licencias de maternidad extendidas, acceso a servicios de salud derivados de nuestros derechos sexuales y reproductivos, educación sexual integral, refugios contra la violencia, etcétera. Esto coadyuva a que padezcamos no solo la misma precariedad laboral que nuestros compañeros varones, sino también las diversas formas de opresión sobre las mujeres, como las dobles jornadas de trabajo, siendo el quehacer doméstico un trabajo no remunerado.

En estas condiciones, ante el Encuentro resulta vital preguntar ¿por qué las representantes sindicales se abstuvieron de apostarse al llamado a movilizarse este 8 de marzo a la base sindical?, ¿por qué se insiste en subordinarnos a los gobiernos que usan nuestras demandas como botín político?, ¿por qué se niegan y omiten utilizar los métodos de lucha como el paro y la huelga al servicio de conquistar nuestras demandas?

Es un hecho que requerimos una mayor participación de las mujeres en la vida sindical y gremial, que además se apuesten a defender no solo sus derechos como trabajadoras sino a pelear por sus reivindicaciones como mujeres, pues históricamente los aparatos sindicales, de la mano de los patrones y sus gobiernos, se han encargado de disociar nuestras demandas.

Mientras esto ocurre, la realidad de las mujeres en México es de violencia, de aumento de los feminicidios, de desapariciones, de impunidad de estos casos, de precarización laboral, de desigualdad, pobreza y una serie de negativas de derechos como a la educación sexual integral, al aborto y al acceso a la salud en materia sexual y reproductiva, entre otras demandas. Frente a esta realidad, a la que que no dan respuesta y pretenden invisibilizar, el 8 de marzo millones de mujeres salimos en movilizaciones masivas en todo el país y el mundo.

Desde Pan y Rosas proponemos seguir impulsando un bloque combativo con organizaciones de trabajadores, así como comisiones de mujeres al interior de nuestros centros de trabajo, con independencia política del gobierno, los partidos del régimen y sus instituciones. Luchemos por democratizar nuestros sindicatos y ponerlos al servicio de la lucha por nuestros derechos, así como por la perspectiva de crear una alternativa política independiente que venga de nuestra clase.

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