El aumento de precios de los bienes básicos ha sido desigual. Mientras en algunos el incremento ha sido relativamente bajo, en lo referente a los alimentos y bebidas la inflación se encuentra por encima del promedio, golpeando aún más a las familias trabajadoras.
En el último reporte gubernamental, el promedio de la inflación para el mes de julio de 2022 se ubicó en un 8.16%, el más alto en los últimos 20 años y superando el 7.8% del mes pasado. Sin embargo, al ser una media de todos los productos no permite distinguir cuáles bienes y servicios fueron los que sufrieron los mayores aumentos.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México tiene uno de los mayores incrementos en los precios de los alimentos y bebidas respecto a América Latina. Los datos que se recogieron hasta julio del presente año señalan que el incremento anual fue del 15.2%, sólo por debajo Paraguay (16.2%) y Colombia (23.5%).
Hay varias razones para la subida de precios. Por una parte, los altos precios de las materias primas agrícolas, como los cereales y la energía. También hay peso de la crisis económica del 2020, que se agudizó con la pandemia por Covid 19, y la guerra entre Rusia y Ucrania afectando parte de la línea de suministros.
Empero, la cifra que arroja la Cepal está muy por encima de la que el gobierno mexicano reconoce, pues los productos de la canasta básica se dispararon, como por ejemplo el aguacate (70%) o el pollo (15%), entre otros. Ahora, si bien la gasolina sufrió menos el impacto inflacionario, no debemos olvidar que el punto crucial es que son las familias trabajadoras las que más resienten la inflación, ya que destinan la mayor parte de sus ingresos para alimentarse.
No todos pierden con la inflación
Como parte de un intento de recomponer la tasa de ganancia de los capitalistas, la inflación es también un mecanismo de redistribución de la renta nacional y un ajuste directo contra la clase trabajadora. A través de la inflación, el poder adquisitivo de los trabajadores cae, de esta manera una porción mayor de la riqueza producida va a las manos de los grandes empresarios.
Es común que la oferta y la demanda no sean iguales, y esta diferencia afecta los precios. Si hay demasiado producto y poca gente deseando comprarlo, habrá competencia entre productores, quienes bajarán sus precios hasta que puedan deshacerse de lo que tengan. Al contrario, si hay poco producto y demasiada gente deseando comprarlo, los compradores competirán entre sí, y los productores, aprovechando la paz entre ellos, podrán subir sus precios hasta de común acuerdo. Pero también existe el equilibrio, cuando la demanda es igual a la oferta, y en este caso los precios tenderán a coincidir con el costo medio de producción de la mercancía.
¿A quienes afecta la inflación? En primer lugar, al consumidor común, principalmente al de bajos ingresos. La inflación reduce el poder adquisitivo de los salarios, que alcanzan cada vez para menos. A la larga, esta reducción puede ser tan grande que impida a muchas personas comprar mercancías, lo que se refleja, por ejemplo, en la reducción estimada del gasto en el consumo personal del 0.3% en los Estados Unidos. En teoría, tal reducción debería ayudar a reducir los precios, pero esta afirmación no contempla el tamaño de las diferentes empresas.
Existen empresas grandes, medianas, pequeñas y micro, las cuales, por su tamaño, tienen ingresos distintos. Para las grandes empresas (entre ellas los monopolios), la reducción de la demanda que puede causar la inflación es apenas problemática, pues tienen capital de sobra para cubrir sus pérdidas y mantener precios altos, o reducirlos sin verse devoradas por sus costos. Es así que, junto a la reducción del gasto, se prevé también, en los Estados Unidos, un incremento interanual de 6.4% del índice de precios general. Para las empresas más pequeñas la historia es distinta, pues elevar sus precios por la inflación no significa siempre mayores ingresos, sino apenas sobrevivir a sus mayores costos. Son las segundas víctimas de la inflación.
La inflación podría reducirse apuntando contra las grandes empresas y monopolios, imponiendo una severa disciplina de precios que se sustente en la publicación de sus balances contables, acabando con el pretexto de que van a quebrar si bajan sus precios. Igualmente, indexar los salarios con la inflación bastaría para eliminar el problema de la reducción del poder adquisitivo. Finalmente, el control obrero de la producción, por ejemplo a través de la organización obrera en comités de fábrica para producir sólo lo que realmente se necesite, como parte de un plan de conjunto para toda la economía, sería la solución definitiva para los desequilibrios internos entre la oferta y la demanda; algo que podría implementarse mediante la conquista de un gobierno de los trabajadores.
¿Para ver un desarrollo más completo del concepto de inflación, te puede interesar: ¿Qué es la inflación y por qué nos afecta tanto?
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